jueves, 15 de diciembre de 2022

Desesperanza plagada de insectos


La costumbre de tapar las ventanas con papel periódico aumenta el olor a trementina en el salón. Sobre una mesa están los pinceles, oleos, acrílicos, la paleta de colores y un lienzo preparado.  El artista sentado frente al lienzo, lo observa con la mirada perdida.  Su cabello y camisa están empapados en sudor. Con una mano rasca las picaduras de sus brazos y pantorrillas. Con la otra empuña un matamoscas. Hoy ha aplastado diez moscas, las telarañas han atrapado otras tantas y unos cuantos cucarrones.

Cantan los grillos en las esquinas. Partículas de aserrín rodean las patas de la butaca. Una  cucaracha se ha filtrado por el deteriorado cielo raso.  El pintor la sigue con la mirada. Ésta revolotea por el salón, se escucha cómo se golpea una y otra vez contra las paredes.  Luego se posa en el centro del lienzo. El artista levanta el matamoscas y le lanza un fuerte golpe.  Lienzo e insecto se van hacia atrás cayendo sobre la mesa. Ella queda patas arriba.

El pintor se sube a la mesa, la aplasta con un zapato y lanza un grito. La observa, es una mezcla de alas, cola y vientre desparramado en el cuadro. Esa figura abstracta lo cautiva, lo inspira. Busca entre las latas de insecticida una que contenga algo de veneno. Sale a buscar algún insecto entre la basura que lleva acumulada semanas. Atrapa y aplasta montones de hormigas, moscas, cucarachas, ciempiés y alacranes. Toda la noche distribuye los elementos en sus lienzos vacíos.

En la mañana los pone al sol. Al atardecer están secos, casi chamuscados.  El peculiar olor de su arte lo oculta con empastes de acrílico. Publica fotos de sus creaciones en redes sociales. Recibe miles de “like”. Vende los cuadros.  Solo tiene una devolución; alguien se queja al descubrir una aparente mueca en uno de ellos.  Los famosos hacen pedidos.

Como no encuentra insectos en el basurero, roba la basura de una fábrica cercana y la acumula con la suya. Después de una semana aparecen los insectos, estos son peculiares, asimétricos, ciclopes, albinos y con exceso de patas. Son perfectos. Continúa con su tarea; fumiga, pincha, desmiembra y deforma. A la experimental obra le añade detalles, para ello usa los moscardones verdes que pisan su cocina, así como las irregulares telarañas. Le toma mucho más tiempo de lo esperado hacer estos cuadros, parece que los insectos se niegan a quedarse en su lugar. Nuevos seguidores aparecen en sus redes. Aumenta sus ventas. El pintor compra millones en materiales, los guarda en su salón.

Al cabo de unos días baja el ranking de sus obras. Aparecen opiniones de los compradores; “al principio me encantaron pero ahora, no sé, lloro”, “los colores cambian de posición”, “el cuadro me observa”. Los críticos le rechazan, “no trasmite ningún concepto, “sus trazos son de conserje”. A la vez hay reacciones de “me gusta”, “me enoja”, “me asombra”. Casi todos los cuadros son devueltos.

Los clavos y manchas de insecticida invaden las paredes del salón. Se ha extinguido cada despojo guardado en el refrigerador, así como los estallidos de los insectos. Sobre la mesa están las cuentas por pagar, el matamoscas, pinceles y acrílicos. De nuevo, este hombre está sentado frente a un lienzo de entramado grueso, en cuyos poros entre abiertos aún no se ha filtrado la luz, ni el pigmento, ni la forma, ni el sonido.

 Alejandra B Gutiérrez Y

Este cuento está publicado en la revista de escritura expresiva número ocho, Descalzos o en Chancletas, Universidad de Ibagué. 

https://drive.google.com/file/d/1FhdHrGS4ndm0ReHTSnOlLiIVYa7J0XkK/view?usp=sharing

Cuento "Gélida".

Dibujó Alejandra B Gutiérrez Y Publicado en la décima edición de la revista “Descalzos o en Chancletas”.   Fragmento. ...